Muchas discusiones se han generado a partir de la presentación del nuevo plan fiscal al que nombraron «Ley de Solidaridad Tributaria.» (¿?) Una de ellas es la conveniencia del impuesto que va a gravar la educación, que sin duda afectará a las miles de familias que mandan a sus hijos a un colegio o universidad privada. Roberto Gallardo expuso una serie de datos en su blog, y al respecto quisiera tocar un tema que me parece muy relevante.
Durante el día de hoy don Roberto, a quien estimo y respeto muchísimo, ha insistido en que el impuesto a la educación privada NO es regresivo. Me resulta extrañísimo leer esta afirmación. Un impuesto regresivo es aquel en el que cuanto menor sea el ingreso del individuo, mayor será la proporción de su ingreso que tiene que pagar como impuesto. Ejemplos hay muchos en la vida real, pero la forma más sencilla de entenderlo es así: si todos los costarricenses tuviéramos (hipotéticamente) que pagar un impuesto de una tasa fija de 10.000 colones para el fortalecimiento de la policía anti-zombies. Para un costarricense que gane 100.000 colones, este nuevo impuesto representaría un 10% de su ingreso. Para alguien que gane 1 millón, esta tarifa representaría un 1% de su ingreso. Para alguien que gane 10 millones, representaría apenas un 0,1% de su ingreso. Por lo tanto, este es un claro ejemplo de un impuesto regresivo, una tasa fija afecta más a quien menos tiene.
En general todos (especialmente en Costa Rica) tendemos a pensar que es más «justo» que los que tienen más, paguen más (las comillas son porque la definición de qué es justo o no en impuestos es algo para discutir eternamente). En términos concretos, quisiéramos que el sistema fuera, en vez de regresivo, más bien progresivo: precisamente, que los que tienen más, paguen una mayor proporción de sus ingresos. Para el caso hipotético que propongo, digamos que un sistema progresivo diría que el que gana 100 mil colones pague apenas 100 colones, el que gana un millón paga 10.000 colones, y el que gana 10 millones pagará un millón de colones (efectivamente un 0,1%, 1%, y 10% respectivamente).
¿Qué tiene que ver la policía anti-zombies con el impuesto a la educación privada? Precisamente, el impuesto es totalmente regresivo. En un colegio o universidad privada hay cientos de estudiantes que provienen de familias con ingresos muy diversos. Hay excepciones en las que los colegios y universidades dan becas dependiendo del ingreso familiar (ese fue mi caso en secundaria), pero supongamos que no sea así. Cada estudiante paga el mismo costo de la matrícula y las materias sin importar su ingreso familiar. Digamos que el costo mensual para un estudiante es 100 mil colones. El impuesto representará entonces 14 mil colones mensuales. La siguiente tabla muestra el porcentaje de ingresos familiares que se destinarán a pagar este nuevo ingreso.
¿Solidaridad tributaria? Sí, los de menos ingresos cada vez son más solidarios con los demás. La tabla habla por sí misma, una familia en la que el ingreso es 350 mil pagará, en términos proporcionales a su ingreso, más de cuatro veces lo que pagará alguien cuya familia tenga un ingreso de millón y medio.
Este problema es un problema común de muchos impuestos, en muchísimos casos los impuestos como el de ventas termina siendo regresivo si se cobra en bienes que consumen las personas de pocos ingresos (de ahí que generalmente hay exenciones como ocurre en Costa Rica) . Lo que a mí me llama poderosamente la atención es que se argumente lo siguiente: dado que una gran parte de la población de «clase alta» o «rica» del país es la que consume la educación privada, esa es a la gente que le va a afectar más el impuesto y por tanto el impuesto no es regresivo. Esto es totalmente falso. Que haya muchos o pocos «pobres» que vayan a tener que pagar el impuesto no es relevante para ver si es regresivo o no. Sin duda lo es, y esto puede causar estragos en los planes educativos de muchísimas personas. Puede, sin duda, frustrar del todo planes sobre una carrera educativa, aunque sean cien personas, mil personas o cientos de miles.
Estaría de acuerdo en afirmar «el impuesto lo van a pagar una proporción más alta de familias con ingreso alto,» pero estirar más la afirmación me parece irresponsable. Hay que estar muy claros en que ese 31,59% de familias con ingresos medios y bajos (que implícitamente menciona don Roberto) van a ver sus ingresos fuertemente golpeados por un impuesto de esta naturaleza. Algo aún más grave que mencionaba Juan Carlos Hidalgo ayer en twitter es que estas familias están pagando por financiar la educación pública (porque todos lo hacemos por medio de los impuestos) mientras no utilizan los servicios. Los que sí los utilizamos nos estamos aprovechando de su «generosidad.» A ellos es a los que, además, estaríamos castigando con este impuesto.
¿Alternativas? Con un poco de ingenuidad voy a plantear tres: Me encantaría (y es una idea que alguien mencionó ayer en twitter, pero no recuerdo quién) que las universidades públicas cobren la matrícula proporcional al ingreso familiar. En Costa Rica los contribuyentes nos han subvencionado una educación superior de altísima calidad a cientos de miles de personas. Yo en particular estoy siento una deuda tremenda que espero saldar en un futuro. ¿Por qué no lo mismo con los colegios públicos? Otra alternativa es efectivamente hacer la tasa progresiva: las declaraciones de renta o constancias de salario de los familiares podrían usarse para definir cuánto debe pagar cada estudiante con tarifas escalonadas.
La otra alternativa, a la que siempre recurro, es mejorar la recaudación. Cualquier persona con dos dedos de frente sabe que en Costa Rica hay muchísima evasión de impuestos. Una alternativa que mencionaba alguien más hoy es que se deben diseñar mecanismos inteligentes para que las personas declaren cuando realizan una compra o consumen algún servicio. De esta manera se forzaría a la persona que hizo la venta a declarar el ingreso si se cruzaran los datos correctamente. Es simplemente identificar los incentivos que tiene cada individuo para declarar o no, y que eso fuerce a los demás a declarar.
Esta última alternativa me gusta más porque no se gravaría la educación. Si nos jactamos de ser un país en el que le damos importancia a la educación, ¿para qué imponer más barreras para que alguien logre aumentar su capital humano? ¿No quisiéramos dejar esto sin impuestos y pagar más en otras cosas mientras mejoramos también la recaudación? ¿No nos damos cuenta que dejar por fuera del sistema de educación superior a unos cientos o quizás miles de personas que ya no van a poder pagarla es una pérdida para todo el país en productividad? ¡Seamos consistentes! Más educación, para TODOS, no solamente para los que pueden pagar más sin dejar de comer o los que tuvimos el privilegio de pasar por una universidad pública.
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